Entre risas cómplices, la tensión sexual entre ellos se volvía insoportable.
La hijastra tenía unas piernas largas y sexys que siempre lo hacían desearla.
La amiga siempre le enviaba mensajes traviesos que le hacían imaginar cosas atrevidas.
La apretada vecina del piso de abajo se quejaba constantemente del ruido que hacían en el apartamento, pero él sabía que en realidad era porque lo escuchaba gemir de placer cuando tenía relaciones con su novia.
La apretada falda de su vecina hacía que sus piernas parecieran interminables, y no podía evitar imaginar lo que había debajo.